Asistencia sexual para personas con diversidad funcional

Asistencia sexual para personas con diversidad funcional

El director español Fernando Franco estrena este 2022 su tercer largometraje, con el título de La Consagración de la Primavera. Elogiado en los festivales en los que ha podido verse, el filme cuenta la historia de Laura, una chica que llega a Madrid para estudiar en la Universidad y comenzar a abrirse camino en la vida. Con apenas 18 años y sin haber salido de su pueblo, Laura debe pasar ese umbral entre la adolescencia y la vida adulta, con sus dudas y sus obstáculos. En ese camino de autoconocimiento de topa con David, un joven con parálisis cerebral, con el que traba una gran amistad. Tal es así que Laura decide convertirse en la asistente sexual del chico, para ayudarle a disfrutar del placer de su cuerpo. Un tema tabú hasta ahora en el cine, pero que cada vez se está dando más a nuestro alrededor, por la necesidad de estas personas con diversidad funcional con respecto al sexo.

La ciencia y la medicina ya han explicado lo importante que es la salud sexual para cualquier persona. Es algo natural sentir un deseo de ese tipo y querer disfrutar de una vida sexual plena, en compañía de otras personas, sintamos o no amor por ellas. Esto es, no significa que debamos tener pareja para poder gozar del placer sexual y convertirlo en una parte importante de nuestra salud. De hecho, en las relaciones largas, el sexo puede llegar a desgastarse o incluso desaparecer, y ese es uno de los motivos que crean grietas en la relación. No estamos diciendo que el placer sexual sea lo único que importe, ni siquiera lo más importante para poder estar con otras personas, pero tampoco se puede subestimar. Lo que cuenta es que tengamos una vida sexual lo más plena posible, tanto con respecto a los demás como con nosotros mismos. Y en este sentido, como en muchos otros, por desgracia las personas con diversidad funcional lo tienen más difícil. En ocasiones, incluso por sus propias condiciones físicas, que les imposibilitan darse placer a sí mismos, como pueden imposibilitarles también caminar o realizar ciertas acciones.

El sexo, importante para la autoestima de los discapacitados

Mucho se está avanzando en la asimilación de la diversidad funcional más allá de lo que hasta ahora conocíamos como discapacidad. De hecho, este término cada vez se utiliza menos, y con razón, puesto que limita ya de entrada la consideración de estas personas. La diversidad funcional abarca muchísimos supuestos, desde hombres y mujeres en silla de ruedas hasta personas con problemas de ceguera o audición. En muchos casos, esa diversidad no impide que estas personas tengan relaciones sexuales habituales, pero también existe la otra posibilidad. Por sus problemas de movilidad, por ejemplo, puede ser complicado que un chico con parálisis cerebral llegue incluso a poder masturbarse. Si no permitimos que estas personas pierdan su derecho a trabajar, a tener una vida lo más plena posible, ¿por qué negarles el de disfrutar del sexo, que es algo tan importante para nuestro autoestima?

Voluntarios sexuales

En las últimas décadas, este tema ha pasado de ser un absoluto tabú, del que no se habla nunca, a encender un interesante debate incluso dentro de asociaciones para personas con diversidad funcional. Y es que el deseo sexual de este tipo de personas nunca había sido tomado como algo importante, arrinconándolo como “problema menor” ante todo lo demás que se podían perder. Ha sido la lucha constante de muchas personas con diversidad la que ha levantado, por fin, esa opinión de que ellos también merecen llevar una vida sexual plena, a pesar de sus posibles limitaciones. La primera intención, por supuesto, es encontrar una pareja con la que compartir todo ese placer, pero la realidad ya nos demuestra que esto es complicado.

Es un estigma, triste pero real, el hecho de que haya personas con diversidad funcional que no encuentren pareja precisamente por esas limitaciones que tienen. Así que deben recurrir a otro tipo de alternativas, en el caso de que deseen tener al menos un mínimo de excitación sexual. Personas que no pueden llegar a masturbarse, por sus limitaciones, pagan a asistentes sexuales para que los hagan por ellos. Estos asistentes, tanto hombres como mujeres, son “voluntarios” que reciben una pequeña compensación por este tipo de servicios, siempre de mutuo acuerdo con la persona con diversidad. Es una relación totalmente marcada por el deseo de esas personas, que guía al asistente allí donde ella no puede llegar, para hacerle disfrutar del placer. Estos voluntarios acuden a las asociaciones para ponerse a disponibilidad de las personas con diversidad funcional, en caso de que les necesiten.

Prácticas que se realizan

Los asistentes sexuales suelen ayudar a las personas con diversidad funcional en cualquier tipo de tarea que tenga que ver con la satisfacción de sus deseos y necesidades sexuales. La mayoría de ellos trabaja con personas con limitaciones físicas considerables, que les impiden masturbarse o llegar a generarse a sí mismos un placer sexual por su cuenta. De la misma forma que muchas de esas personas necesitan la ayuda de otras para desplazarse, para realizar acciones cotidianas, estos servicios estarían incluidos dentro de esas necesidades básicas. Las prácticas suelen centrarse en caricias, tocamientos y masturbación, siempre guiados por las personas que las reciben, ya que son ellos los que “deciden” cómo hacerlo.

En este sentido, los asistentes se convierten en meros ayudantes, como autómatas que llevan a cabo los movimientos que estas personas les piden. Todo se vuelve aséptico, pero a la vez debe tener un punto morboso, para que ese deseo sexual se despierte. De hecho, muchas de estas personas con diversidad funcional ya cuentan con otros asistentes en sus tareas cotidianas, y una de sus funciones puede ser lavarles. En este sentido, esos otros asistentes ya frotan y tocan los genitales de estas personas, aunque sin una motivación sexual de por medio, claro está. ¿Qué les diferencia entonces, de forma práctica, de los asistentes sexuales? Precisamente, el punto de deseo y lujuria que deben despertar en estas personas.

¿Es esto prostitución?

Mucho se ha comentado, incluso dentro de las propias asociaciones de personas con discapacidad, sobre lo moral y ético de esta práctica. En muchos países, esto ya está regulado, como también lo está, por otro lado, la prostitución. Hay quien señala este tipo de servicios como puro trabajo sexual, porque además se paga por él, en la mayoría de ocasiones. Ese hecho, el de cobrar por realizar estas prácticas, ya pone en el punto de mira a la persona que las realiza, porque no las hace por gusto, sino por dinero. ¿Es esto prostitución? Desde luego, hay que verlo con una mirada mucho más amplia que en el sentido tradicional del trabajo sexual. Las necesidades específicas de estas personas hacen inevitable que se tenga que recurrir a asistentes sexuales. El problema es que al cobrar, se exponen a ser considerados trabajadoras sexuales. A pesar de que sus intenciones sean buenas y de que estén, de hecho, prestando una gran ayuda, la sombra siempre estará ahí.