¿Existe la prostitución voluntaria?

¿Existe la prostitución voluntaria?

Desde el principio de los tiempos, el sexo ha sido algo muy importante para el ser humano. Recientes estudios nos han confirmado que cualquier persona necesita disfrutar de una buena salud sexual para poder tener una vida plena. No solo nos ayuda a mejorar físicamente, sino también psicológicamente. El sexo es vida, es plenitud, nos ayuda a liberar tensiones, a disfrutar de un placer que no se obtiene de ninguna otra manera… Y además es una de las mejores experiencias que podemos compartir con los demás, en un momento de unión que va más allá de lo físico. La importancia del sexo es tal que el deseo ha llevado a la caída de imperios, a la firma de tratados, a las venganzas y traiciones más cruentas y sanguinarias. Hombres y mujeres han perecido por su deseo carnal, por llevar lo  prohibido a la realidad. Pero también han sobrevivido gracias a ese deseo, a su atractivo, a su forma de entregarse en la cama.

La prostitución no es más que una consecuencia natural de la importancia del sexo en nuestra vida. El ser humano, en cualquier cultura y sociedad, ha entendido que el placer es algo necesario, aunque tuviera un sesgo negativo para ciertos regímenes o religiones. Más allá del condicionamiento social, más allá de los dogmas que solo buscan controlarnos, el sexo se muestra como algo natural. Algo verdaderamente delicioso y excitante que todo el mundo desea y necesita. Y cuando no lo obtienes de manera formal, a través de una relación… tal vez puedas pagar por él. Los hombres siempre están ávidos de placer sexual, y hay mujeres que han sabido aprovechar sus encantos para saciarles. Convertidas en amantes profesionales, vilipendiadas y marginadas, las prostitutas han tenido un papel clave en la historia, aunque hayan sido apartadas de la misma. Se las señala, se las insulta, pero también se las necesita. Y es que muchas mujeres han entendido que esto del sexo profesional podía ser un trabajo tan bueno como otro cualquiera, con muchas ventajas, si dejaban a un lado los tabúes morales. Así es como una chica cualquiera termina iniciándose como escort profesional.

Escorts por voluntad propia

Puede sonar raro, porque estamos acostumbrados a relacionar la prostitución con esclavitud y abusos sexuales. Chicas que vienen normalmente de fuera, engañadas, y que son obligadas por sus proxenetas a prostituirse como única forma de sobrevivir. La trata es un problema importantísimo y está claro que existe. No hay que negarlo, ni minimizarlo, pero tampoco generalizar con que cualquier prostituta está sometida a esas condiciones. Porque eso también sería faltar a la verdad, y sería injusto con aquellas que han decidido, por voluntad propia, iniciarse como escorts profesionales. Que no son pocas precisamente, y que de hecho, están aumentando en los últimos tiempos.

¿Qué lleva a una mujer a convertirse en prostituta? A sabiendas de la marginación que este colectivo sufre, de todas las críticas e incluso abusos y amenazas que pueden recibir, muchas son las que se animan a introducirse en este negocio. Pocas lo hacen por pura vocación, es cierto. La necesidad de obtener ingresos fáciles y rápidos es seguramente el motivo más común. También la aspiración de una vida mejor, donde la supervivencia no sea del día a día. Todos necesitamos un trabajo para pagar las facturas, la ropa, la hipoteca… Y si el mercado laboral parece dejar de lado a ciertas mujeres, sin darles muchas alternativas, tampoco nos debe extrañar que se agarren a la prostitución como un clavo ardiendo. Cada una tendrá sus motivos, pero son tan válidos como el de una profesora o una médica para escoger su trabajo.

La lucha de las prostitutas por sus derechos

A lo largo de estos últimos años están apareciendo algunas asociaciones que tratan de dar voz y derechos a estas trabajadoras sexuales. Porque a pesar de querer llamarlas putas o prostitutas, sea o no peyorativo el término, lo que hacen también es un trabajo. Y debería ser reconocido como tal. De la misma forma que el diseñador cobra por ofrecer un servicio a un cliente, las mujeres que trabajan en el sexo de pago deberían poder aspirar a esos mismos derechos. Una baja en el trabajo, una buena pensión al terminar su carrera, una protección real frente a las situaciones que puedan vivir… Esto es algo impensable para muchos, que consideran que estas mujeres no tienen derechos porque su trabajo no debe ser legal.

En los países donde la prostitución ya está legalizada, como Alemania, sin ir más lejos, las chicas tienen todo tipo de coberturas sociales y laborales. Están pagando sus impuestos, reciben ayudas sociales, pasan por controles sanitarios de forma habitual… Es una situación mucho más controlada que no ha tenido un efecto llamada, ni mucho menos. Solo ha permitido regularizar el trabajo de miles de mujeres que antes tenían que sobrevivir al margen de la sociedad e incluso de la ley. Los derechos inherentes a cualquier persona no se les pueden negar por el simple hecho de trabajar con su cuerpo. ¿Qué hacen entonces las modelos? ¿O las actrices? La única diferencia es que ellas no se entregan sexualmente a sus clientes, al menos no como trabajo principal… El sexo es lo que lo marca todo, y desde luego, es un aspecto más moral que ético.

¿Se debe regular o perseguir el trabajo sexual?

La situación que están viviendo estas mujeres, dedicadas en cuerpo y alma a un trabajo duro pero también disfrutable, es cuanto menos curiosa. En muchos países suponen incluso un aliciente para el ocio nocturno, llegando a convertirse en un reclamo turístico para hombres llegados desde todo el mundo. La persecución de este trabajo solo hace que las chicas vivan en peores condiciones. Los hombres que las contratan seguirán teniendo la posibilidad de encontrarlas, y siempre seguirá habiendo prostitución, mal que les pese a algunos. Por eso, seguramente la opción más inteligente sea la de legalizar y regularizar estos servicios de una vez por todas.

Los países que persiguen a las prostitutas no han conseguido su objetivo de terminar con este negocio. Se escudan en que siempre hay bandas criminales detrás, controlando y extorsionando a las chicas. Pero ese delito ya se puede penar sin perseguir directamente a las chicas que, de forma voluntaria, han decidido implicarse como escort. De hecho, se puede penar a aquellos que obliguen a otros a prostituirse, pero sin castigar a los que lo hagan por voluntad propia. La legalización ha dado buenos resultados en muchos países tanto europeos como latinoamericanos, y ha permitido que las mujeres puedan empoderarse aun más, incluso cuando están en un negocio que todavía sigue siendo tan mal visto por la propia sociedad que lo sustenta.